Un millennial es una personita con actitudes de consumo muy diferentes a las de sus progenitores (los que hasta ahora han sido tus clientes). Nacidos entre 1980 y 2000 serán por lo que dicen los estudios, los verdaderos influencers del marketing de las empresas en un futuro no muy lejano.
Vamos a intentar ponerle cara a un Millennial. Para empezar diremos que son nativos digitales, muy cualificados a la vez que mal pagados. A los Millennials la crisis les ha afectado en sus recientes puestos de trabajo muy mal remunerados en comparación a su formación. Saben lo que es salir fuera del país para buscarse la vida y saben lo que es “intentar ahorrar”. Decepcionados y escépticos de la política y el sistema, serán lo que tomen el timón para gobernar el mundo en menos de 10 años. Pero sobre todo y lo que más nos interesa a las empresas, es que son heavy users tecnológicos, algo que afecta de manera notable al proceso de decisión de compra. Ah! y no se casan con nadie y esto incluye a las marcas.
¿Con cuántas personas podíamos comentar hace 10 años la compra de un producto? ¿10 personas? Ya nos parecen muchas… Ahora, ese “busca y compara” es digital, y tu opinión se entremezclará entre la de otros 1000 usuarios. Los consumidores tienen ahora el poder de ensalzar tu producto a la cumbre o hundirlo en la miseria en cuestión de horas. Ya puede Arguiñano contarnos las bondades de un yogur después de comer, que si los usuarios lo prueban y el lácteo no actúa como nos cuentan, todos, absolutamente todos, sabremos en segundos que la cosa no funciona y antes que a la propia empresa le haya dado tiempo a parpadear. (Con todos nuestros respetos a Arguiñano, era solo un ejemplo)
Hoy el consumidor es el prescriptor, es el actor principal del proceso de recomendación, «He has the power». Y lo mejor de todo es la credibilidad que generan los usuarios frente a lo que pueda decir la empresa.
Ante este panorama, ¿qué podemos hacer las empresas? Conocer el nuevo tablero en el que jugamos y jugar con transparencia. Aquí ya no valen los trucos, ni los ases en la manga. En la estrategia de comunicación, deberemos crear un preciso equilibrio entre el medios digitales y el convencional.
¿La clave? (Además de que nuestro producto sea bueno) Es la empatía. Establecer un vínculo con el usuario que te dé la oportunidad de que éste te preste un par de segundos de atención de su valioso y reducido tiempo. Generar un puente entre él y tu marca. ¿Cómo? Como decíamos al principio, hablando su lenguaje, compartiendo sus intereses, utilizando sus códigos y sobre todo conviviendo con él en su medio. ¡Pero cuidado! Tendremos que hacerlo con cuidado, porque ellos son conscientes de que las marcas son un cuerpo extraño dentro de su ecosistema y si detectan que hemos llegado a su hábitat para contaminarlo nos expulsarán sin contemplaciones y será difícil que nos den otra oportunidad para entrar. Solo si aportamos algo valioso permitirán nuestra coexistencia y para eso tendremos que trabajar cada día, como un pretendiente con su enamorada. Que no se apague la chispa, mantengamos viva la llama. No solo se trata de atraer, también de mantener y esa guerra se lucha cada día. Al millennial hay que llegarle al corazón cada día y si nosotros no lo hacemos, se buscará a otro que ocupe nuestro lugar.
Fuente: PuroMarketing